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Por: Juan Gabriel Gil

De entre todas las formas de exclusión y creación de un enemigo con base a la categoría del otro, el racismo es aquello que se presenta como una doctrina profundamente destructiva y que en términos de actualidad sigue perviviendo en las sociedades. Con lo anterior en cuenta salen a relucir las preguntas del por qué aun cuando se manejan discursos en donde hay sociedades que se adscriben a la idea de ser avanzadas, siguen perpetuando la exclusión y además de ello, en términos autocríticos ¿nosotros también desarrollamos estas prácticas?  Así pues, a partir de las enseñanzas del documental I am not your negro y el texto ‘Castigar’ del antropólog francés Didier Fassin se discutirán estás cuestiones.

El documental mencionado anteriormente da una mirada profunda sobre la historia del racismo en Estados Unidos, aun cuando el contexto es cambiante dependiendo del tiempo y el lugar, el fenómeno ha mostrado unos puntos nodales similares en diferentes lugares del mundo en los que el racismo pervive. Lo más complejo de ello no es ni siquiera el reconocimiento de que las instituciones o personas aviven actitudes racistas abiertamente (aunque por supuesto es total y completamente criticable) sino que este modo de percibir a una persona por su color de piel se encuentra en la misma estructura de la sociedad ¿pero a que se refiere la anterior premisa? Una de las respuestas puede encontrarse en la cuestión de que es en las mismas prácticas, el sistema económico, los medios de comunicación, los núcleos familiares, sociales etc. En los cuales palabras o frases que son aparentemente inofensivas, hacen sus veces de reproductor de la exclusión y creador de estereotipos, es decir, cumplen la función de performativizar las tendencias racistas.

Teniendo en cuenta el componente histórico, lo performativo no solo se muestra con el lenguaje cotidiano, las tendencias reaccionarias, las estructuras sociales y económicas lo reproducen también, aun cuando estas se inscriben aparentemente a la inclusión, han sido construidas a partir de la exclusión, esto es mostrado en el documental, en donde se habla de las personas de color como compradores potenciales en los que se deja de lado que en la totalidad de la sociedad el racismo continua. Tal como otras expresiones de la violencia y la exclusión, lo que hay detrás es toda una construcción de imaginarios en los que las personas conciben a los que ven como otros como fuera de la sociedad, pero en términos hegemónicos no conciben el movimiento dialectico, Levi Strauss (citado por Fassin, 2018) afirma que “los que consideramos barbaros o los que expulsamos de la sociedad somos capaz de destruirlos” (p. 195). Con este fragmento de Fassin se plasma argumentativamente estas premisas en la cual los que para los supremacistas blancos o inclusive nosotros cuando reproducimos formas de exclusión o perjuicios son los de afuera (en este caso los afrodescendientes) somos capaces de destruirlos, perseguirlos y hostigarlos de diversas maneras. El camino en la lucha en contra de esto no es sencillo, porque se hace presente en todas las esferas del sujeto, sin embargo, esto no le quita peso, al contrario es una invitación al reconocimiento de la reproducción de estas practicas en todo ámbito, tanto personal, colectivo como estructural; haciendo énfasis en el último, en términos normativos se hace necesario reinstituir o abolir estructuras para abogar por la destrucción del racismo y de toda otra forma de opresión, aun cuando comenzar con las practicas propias también es necesario.