
Por: Juan Gabriel Gil
La juventud, sea como época vital o vertiente actitudinal y contextual, no es menester del presente texto, es más bien su relación y papel histórico-conceptual con la escuela, en la cual, para este escrito hay dos nociones que serán puestas en tensión. Esto con base a lo dicho por Benjamin y Ponce, que, aunque sus postulados fueron expresados hace ya décadas, se toman como relevantes para las discusiones contemporáneos para estos temas. Para entrar directamente al asunto: el papel de la escuela, para el entonces autor joven, Walter Benjamin tiene un marcado papel normativo.
“La escuela es la institución encargada de conservar para la humanidad el patrimonio de lo logrado por ella ofreciéndolo continuamente a las nuevas generaciones (…) Ahora bien, la juventud, a cuyo servicio se entrega la escuela, le ofrece el futuro” Benjamin, 1994.
Para el autor, la escuela es dadora del acumulado de conocimientos que se mantienen a pesar del trasegar del tiempo, y allí la juventud (quienes a priori y no exclusivamente, entran a las escuelas y universidades) los recibe, reedita, rechaza, crítica y los mantiene para las siguientes generaciones. Allí aparece una arista del otro tema que refiere el fragmento citado, la juventud no solamente son los receptores y detentadores de los conocimientos, son a su vez los encargados de repensar el papel y funcionamiento de la escuela, pues serán los que la mantengan para los que vienen detrás, es decir, son dadores de futuro. Solo mirando la anterior cita, no se entrega una mirada a los contenidos de los conocimientos, ni a las condiciones que producen y mantienen la escuela. Es allí donde aparece el autor Anibal Ponce.
Para este autor, la escuela cumple un papel de clase y un rol determinado en el funcionamiento del modo de producción en donde el solo Re pensamiento o crítica de la escuela no llevará necesaria o inmediatamente al cambio de la misma, o de las condiciones que la producen. “La escuela seguirá siendo un simple rodaje dentro de un sistema general de explotación y el cuerpo de maestros y profesores, un regimiento que defiende como el otro los intereses del Estado” (Ponce, 2005, pág. 185) Para este escritor, la escuela es un rodaje que reproduce la explotación hacia los maestros, profesores y alumnos, en donde se les inscribe el mantenimiento irrestricto del statu quo económico y político. En otras palabras, se encarga de mantener una serie de nociones y valores hegemónicos, que son tomados en términos de pensamiento único por los estudiantes. Esta noción sobre la escuela choca directamente con lo expresado por el primer autor, en cuanto ataca directamente el papel de futuro que la juventud habría de imprimir sobre la escuela, puesto que Ponce dicta para la escuela un papel solo de conservación.
Tomando en cuenta lo anterior, la escuela entrega conocimientos a la juventud y dicha juventud le entrega futuro a la escuela, sin embargo, si ese futuro habla de la transformación de la sociedad y de los estadios de formación, no ha de pasar solo por la juventud o exclusivamente en la escuela misma. Han de atenderse en cambio, cuestiones estructurales (cuyas herramientas para su crítica puede entregarlas la escuela) y reconocer que la escuela, está lejos de ser neutral, cumpliendo para la sociedad y el sistema, un papel de mantenimiento y producción.